El trabajo personal te muestra cosas que antes no veías. La consciencia es eso, la capacidad de ver, de ver más detalles, de reconocer figuras, de encontrar diferencias y similitudes, de iluminar rincones oscuros. Es un mapa más preciso, nuevas herramientas, una lente más limpia.
Cada nueva distinción abre la puerta a un mundo de posibilidades. Esas nuevas posibilidades requieren práctica y entrenamiento para transformarse en nuestra nueva realidad. Antes de incorporarlas, necesitamos entender cómo funcionan, para qué sirven, hasta dónde pueden llevarnos y qué trampas evitar.
¿Cuáles son tus límites? ¿Quién los dibuja?
¿Qué ves ahora que antes no veías? ¿Cuáles son las nuevas posibilidades?
¿Qué libertades no estás aprovechando? ¿Qué te detiene?
Cuando expandimos la consciencia estamos cambiando nuestra esencia. Lo que la consciencia ve una vez no puede ser olvidado. Los cambios interiores nos invitan a reconfigurarnos, a reinventarnos, a reconsiderar, a seguir evolucionando.
Cuando cambiamos de verdad cambia el mundo que nos rodea.
Veo como todo va cayendo en su lugar, como van tomando forma las ideas, se materializan. Veo otros colores y otros matices. De repente estoy viviendo otra vida, en otro mundo mejor que el de antes. Sigo siendo yo pero a la vez soy diferente.
Pareciera que todo lo que quiero está siempre a disposición, y que el único desafío es aprender a recibirlo, darle lugar en mi vida. Abrir las ventanas y renovar el aire. Accionar efectivamente y soltarme, danzar con el universo. Si es mérito propio entonces es repetible.
A veces me sorprende, pero lo acepto completamente. Es mi nueva realidad, mi nuevo estándar, no hay vuelta atrás. No es una racha de suerte y no tiene por qué terminarse.
Buscando principios básicos de diseño descubrí la influencia que tuvo el trabajo de Dieter Rams y los productos Braun en la forma en la que pensamos el diseño, la innovación, el marketing, el branding, la gestión de empresas y muchas otras cosas que hoy son una práctica cotidiana.
Rams es considerado una leyenda del diseño. Durante su tiempo en Braun, desde 1955 hasta su retiro en 1997, diseñó más de 300 productos que fijaron un nuevo estándar para categorías enteras; desde televisores, cámaras de video, tocadiscos y radios portátiles, hasta jugueras, afeitadoras, cafeteras, relojes, calculadoras y una infinidad de productos que parecen ser inmejorables desde el punto de vista del diseño. La empresa Vitsœ sigue vendiendo muebles que él diseñó a principios de los años 60, incluyendo el sistema de estantería universal 606, revolucionario en su época y conveniente hasta el día de hoy.
La carrera y ética de trabajo de Dieter Rams es fascinante. Si te interesa saber más, te recomiendo los libros As little design as possible, que es el que estoy leyendo yo, o Ten principles for good design, enfocado en sus 10 principios para el buen diseño:
El buen diseño es innovador Las posibilidades de innovación no se agotan, en modo alguno. El desarrollo tecnológico siempre ofrece nuevas oportunidades para el diseño innovador. Pero el diseño innovador siempre se desarrolla junto con la tecnología innovadora y nunca puede ser un fin en sí mismo.
El buen diseño hace que un producto sea útil Un producto se compra para ser usado. Tiene que satisfacer ciertos criterios, no sólo funcionales, sino también psicológicos y estéticos. El buen diseño enfatiza la utilidad de un producto sin tener en cuenta cualquier cosa que pueda restarle valor.
El buen diseño es estético La calidad estética de un producto es parte integral de su utilidad porque los productos que usamos todos los días afectan nuestra persona y nuestro bienestar. Pero sólo los objetos bien ejecutados pueden ser bellos.
El buen diseño hace que un producto sea comprensible Aclara la estructura del producto. Mejor aún, puede hacer que el producto hable. En el mejor de los casos, se explica por sí mismo.
El buen diseño es honesto No hace que un producto sea más innovador, poderoso o valioso de lo que realmente es. No intenta manipular al consumidor con promesas que no pueda cumplir.
El buen diseño es discreto Los productos que cumplen un propósito son como herramientas. No son objetos decorativos ni obras de arte. Por lo tanto, su diseño debe ser neutral y sobrio, para dejar espacio a la autoexpresión del usuario.
El buen diseño es duradero Evita estar a la moda y por lo tanto nunca parece anticuado. A diferencia del diseño de moda, dura muchos años -incluso en la sociedad desechable de hoy en día.
El buen diseño está cuidado hasta el último detalle Nada debe ser arbitrario ni dejarse al azar. El cuidado y la precisión en el proceso de diseño muestran respeto hacia el consumidor.
El buen diseño es respetuoso con el medio ambiente Un buen diseño contribuye de manera importante a la preservación del medio ambiente. Conserva los recursos y minimiza la contaminación física y visual durante todo el ciclo de vida del producto.
El buen diseño es el menor diseño posible Menos pero mejor, porque se concentra en los aspectos esenciales y los productos no están cargados de elementos no esenciales. ¡De vuelta a la pureza, de vuelta a la sencillez!'
No es una pregunta tan útil como parece. No nos enseña nada, ni nos dice mucho acerca de lo que verdaderamente nos motiva. Cualquier camino nos llevaría al mismo resultado.
Seth Godin hace una pregunta mucho más poderosa ¿Qué harías si supieras que vas a fracasar?
Seguramente algo que te haga feliz, algo que te permita expresar tu verdadera identidad. Algo que sea más importante que cualquier objetivo arbitrario. Algo tan significativo, que incluso en la mediocridad encontrarías una profunda satisfacción.
La pregunta no es qué hacer, la pregunta es cómo hacerlo.
Ser artista es perseguir una visión, donde todo el mundo ve espejismos.
No importa lo que pase siempre voy a tener mi arte. Es lo primero y lo último. Es todo lo que necesito.
Hoy vine a escribir a una cafetería en Montevideo que hace tiempo quería conocer, se llama Culto Café. Tiene un estilo medio nordico industrial, todo negro mate como a mi me gusta. Me pedí un café doble y una carrot cake con remolacha que está muy buena, dulce pero al punto justo. Estoy en el segundo piso. Desde acá veo la planta baja donde está el salón principal y la cocina. Me gustan las plantas colgadas en la baranda de varillas de metal.
Me encanta estar rodeado de gente que viene a hacer lo mismo que yo, me siento menos raro, menos único en el mundo, más parte de una comunidad. Me merezco esto. Salir conmigo. Disfrutar. Para eso trabajo, porque me gusta lo que hago. No quiero sufrir más algo que yo mismo elegí. No quiero que todo sea un esfuerzo constante.
Las cosas pueden ser fáciles de vez en cuando, no tengo que sentirme culpable por eso. El arte no tiene porqué ser siempre melancólico, lloroso, arte de martir. Puede ser divertido y espontáneo. También veo que tengo que abandonar esta idea absurda de salvar el mundo, ni siquiera Gandhi ni Mandela lo lograron. No soy el mesías, ni el elegido, ni nada parecido. No soy Luke Skywalker. Al mundo lo salvamos entre todos.
Me gustaría que dentro de 10 o 20 años alguien entre a mi blog y diga —Mirá que porquerías que hacía este tipo y no le importaba. — o que piensen —Mirá las porquerías que escribía al principio y mirá cómo fue mejorando con el tiempo, si el pudo yo puedo. —No es solo la belleza y la perfección lo que inspira a las personas.
Puede que lo que estoy haciendo no sea la mejor forma de alcanzar mis objetivos, pero no tengo manera de saberlo si renuncio. Es el salto de fe que da Indiana Jones en La última cruzada. Puedo dar el paso y caerme al abismo, pero si no lo intento, de todos modos voy a volver con las manos vacías. El Santo Grial está a un paso de distancia. Un salto de fe hoy, uno salto de fe mañana.
Algún día todo esto va a servir para algo. A veces las cosas salen bien y tengo éxito y a veces parece que todo el esfuerzo es en vano. Pero mis acciones deberían ser siempre las mismas, es la decisión que puedo tomar, qué hacer con mi tiempo. Estoy en paz conmigo cuando tengo la certeza de estar siendo quien quiero ser sin importar los resultados.
Algún día voy a mirar para atrás y voy a confirmar que todo valió la pena, que fue parte del camino y que tenía que vivirlo. Que no era para tanto, y que si hubiera disfrutado también el proceso hubiera disfrutado el doble.
Algún día voy a estar viviendo el sueño, como estoy viviendo ahora un sueño que tuve antes. Quizá lo que estoy haciendo no sea otra cosa que prepararme para vivir ese sueño. El presente es siempre un entrenamiento. Es como si las cosas llegaran cuando estamos preparados para recibirlas.
Nos encanta sentir que estamos listos, que tenemos lo que se necesita y que estamos a la altura de las circunstancias. Es genial cuando eso sucede, pero vivir así es vivir en la zona de confort, es quedarse en la aldea. Algún día los resultados van a llegar, pero no vivimos en “algún día”. Vivimos en el ahora, ahora es el momento de empezar a construir.
Me encanta el canal y el estilo de Van Neistat. En este video propone dos rutas hacia la excelencia:
La ruta Vince Lombardi No podemos alcanzar la perfección, pero apuntando a la perfección podemos alcanzar la excelencia.
La ruta “suficientemente bueno” Alcanzamos la excelencia produciendo resultados suficientemente buenos una y otra vez y optimizando la velocidad y la confiabilidad. Esta ruta es la ruta de la repetición y la práctica. Los atajos y técnicas que usamos para resolver los obstáculos en tiempo y forma van desarrollando un estilo único y con suerte una originalidad que nos define.
Personalmente prefiero el camino terrenal, el de la práctica y el aprendizaje continuo. El camino de hacer hoy lo mejor que puedo con lo que tengo. Soltar los ideales inalcanzables y abrazar el proceso y el compromiso a largo plazo.
Cualquiera puede lograr un gran resultado una vez, pero lograr algo suficientemente bueno de manera consistente es la diferencia entre ser amateur y ser profesional.
Gratitud y generosidad Las bases de la felicidad. Fuimos creados para crear. Agradecer lo que recibimos del universo y de las personas que nos rodean es agradecer la vida misma, porque la vida es eso, una corriente de amor y energía. La generosidad es la realización de ese don divino, el don del arte y la creatividad.
Mente, cuerpo y alma La salud es sinónimo de vida. Los tres cuerpos necesitan nutrientes y entrenamiento para funcionar al máximo de su capacidad. Vivimos en tres dimensiones. Vivir es cuidarse, quererse y moverse. Lo que no se mueve se deteriora, lo que se ejercita se fortalece. El poder, en el mejor sentido de la palabra, es decir, la capacidad de hacer, es el resultado de un estilo de vida sano.
Placer Correr, bailar, cantar, sentarse a escuchar música, tomar sol, estar afuera, inspirarse en un paisaje, una obra de arte o una mirada, reír, abrazar, permitirse sentir, soñar. El placer es la fuerza que no invita a honrar la vida. Negarlo es un error, sin la búsqueda del placer no estaríamos hoy acá. No hay mejor muestra de amor propio que permitirse un pequeño placer cada día, una reconexión con uno mismo.
Dolor Es una señal de alerta pero también es un obstáculo. Una prueba de resistencia. La tolerancia al dolor es una de las capacidades más valiosas. El aprendizaje, los objetivos, el crecimiento, la felicidad, el amor y la paz están muchas veces al otro lado de un muro de dolor. Dolor no es daño, pero sin dolor no hay progreso.
Ecosistema Lo que hay afuera es un reflejo de lo que hay adentro. Tu mente crea tu mundo a imagen y semejanza, manifiesta lo que siente y lo que piensa. Somos el manantial que alimenta un jardín. Cuando el agua fluye limpia el jardín se ve verde y colorido. ¿Qué cambios necesita tu entorno? ¿Hacia dónde te impulsa la vida?
Esta es mi interpretación sobre el concepto de pulsión de vida, que fue popularizado por Sigmund Freud.
Durante un tiempo fui DJ, fue una de las cosas que experimenté buscando mi vocación y mi lugar en el mundo. Me divertí y viví experiencias inolvidables, a veces hasta tengo ganas de volver.
Si hay algo que aprendí es que no se puede tener contento a todo el mundo. No importa que música suene siempre hay alguien que quiere bailar otra cosa.
¿Hasta qué punto vale la pena adaptarse a costa del potencial único que hay en cada uno de nosotros?
Como artistas y como personas tenemos que aprender a polarizar un poco más las opiniones. Tener claro quiénes somos, qué queremos, cuáles son nuestros límites.
Cuanto más conectados estamos con nosotros mismos, más sincera es nuestra forma de expresarnos. En los polos hay fuerza. Para algunas personas somos energía positiva, para otras energía negativa, está bien.
Decir que no a algunas cosas es decir que si a otras. Todo es relativo, no es necesario convencer a nadie. Somos seres complejos, cada cabeza es una guerra civil, un mundo de contradicciones.
Somos el promedio de la cantidad de personas a las que queremos complacer.
Quiero vaciar mi cabeza para entrar en la tuya. Llevame de paseo, haceme un tour, mostrame todo. Te doy mi tiempo y mi mundo, te doy toda la eternidad.
Pasemos el día en tu lugar preferido. Nademos en tu lago, perdámonos en el llano. Si te animas yo me animo, si querés te doy la mano. Tomemos mate al sol, conversemos otro rato.
Te haría mil preguntas y me tragaría mis respuestas. Me encantaría contarte todo, pero me perdería de vos.
Quiero vaciar mi cerebro para callarme la boca.
Te veo y quiero gritar, pero quiero mirarte y escuchar. Hablamos un rato y solo hablamos un segundo. Nos miramos un segundo y me pierdo, me hundo.
El otro día sentí algo, algo raro, no se que. No importa, lo siento, es así, ya fue.
¿Cómo suena mi voz en el eco de tu mente? ¿Cómo me veo en tus ojos cuando desaparece la gente? En mi cabeza nos besamos, y nos vemos, y nos vamos.
Sigamos caminando, que no pare nunca de llover.
Te diría que es para vos, pero quiero callarme de una vez.