Descansar y enfocarse

Error de novato: Subestimar el descanso. Negación infantil causada por el miedo original; el miedo al fin, el miedo a la muerte.

Me cuesta parar, siento que estoy perdiendo el tiempo, que no estoy avanzando. A veces sospecho que me incomoda descansar porque siento que no hice lo suficiente como para merecerlo, que no me gané ese derecho. No hay peor descanso que la procrastinación y no hay peor esfuerzo que el que se hace con culpa. No voy a disfrutar el descanso si primero no acepto que nunca va a ser suficiente al menos que yo diga que es suficiente. No importa que tan productivo haya sido el día, siempre se puede hacer más, siempre va a quedar esa sensación de vacío, de que no alcanzó, de que faltó algo, de que no llegué a donde quiera llegar. El problema no se resuelve rompiéndome el culo trabajando, se resuelve respetando el tiempo que hay para todo. La jornada termina, suena la campana, me levanto y me voy a hacer otra cosa. ¿Qué clase de persona soy si no se me ocurre algo más divertido que hacer con mi tiempo que trabajar? Me guste o no me guste, en algún momento hay que poner un fin. Se trabaja y se descansa, se descansa y se vuelve a trabajar. Hago mi mayor esfuerzo y punto. Da igual. Porque por brillante o mediocre que sea lo que hice hoy, mañana voy a hacerlo de vuelta.

Que pueda hacer algo no significa que tenga que hacerlo. Puedo creerme la mentira de estar haciendo todo, o puedo aceptar la verdad; en algún momento tengo que hacerme cargo de mi vida y tomar una decisión. ¿Qué es lo que más quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es tan importante para mi, que estoy dispuesto a renunciar a todo lo demás? ¿Entonces qué tengo que hacer?