Memento vitae

Hay al menos cuatro clases de motivaciones:

  1. Las motivaciones que surgen en respuesta a un estímulo externo, o que nos impulsan hacia algo que queremos obtener o lograr.
  2. Las motivaciones que surgen desde y hacia nuestro interior. Si bien pueden manifestarse en el mundo exterior, sea material o intangible, el propósito principal es el crecimiento personal y emocional. Responden a una visión, en el fondo apuntan a una mejor versión de nosotros mismos.
  3. Las motivaciones negativas son fuerzas de repulsión. Responden en oposición a algo indeseado, algo que queremos reducir o eliminar.
  4. Las motivaciones positivas son fuerzas de atracción. Nos mueven hacia algo deseado, algo que queremos amplificar o mantener en nuestras vidas.

El problema con las motivaciones externas es que pueden generar dependencia, y las motivaciones negativas son una respuesta al miedo como mecanismo de defensa. La dependencia nos quita protagonismo y pone la solución en algo que no depende de nosotros. El miedo produce estrés, ansiedad y sufrimiento.

Memento mori dice la frase en latín. Recuerda que vas a morir. Reconocer esto nos invita a considerar la naturaleza finita de la vida, a vivir dignamente y a honrar el milagro que se nos ha concedido.

Sin embargo, podemos ver que la muerte es una motivación externa negativa. Es algo que no tenemos, y que esperamos postergar tanto como sea posible.

El mantra definitivo es la alternativa interna positiva.

Nacemos programados para temerle a la muerte, pero agradecer sinceramente lo más fundamental de todas las cosas resulta no ser tan universal.

Encarnar el mantra definitivo requiere otro nivel de madurez espiritual. Es muy fácil pasar por alto lo que parece ser tan obvio.

La vida está en nosotros todo el tiempo y nos acompaña a donde vamos. Somos vida. Es nuestro presente. Es la fuerza creadora que irradia amor desde nuestro interior hacia el mundo.

«Si juzgamos a la naturaleza con la mesura que merece, solo podremos llegar a la conclusión de que el ser humano es la niña de sus ojos».

—Séneca
La manzana

En cualquier momento dado tenemos solo dos opciones:

  1. Posponer.
  2. O hacer. Empezar ahora.

El cambio es inevitable. Sin una intención clara, puede que el cambio que ocurra no sea el que estás buscando.

Una manzana arriba de la mesa solo necesita tiempo para dejar de ser una manzana. Lo mismo nos pasa a nosotros. La inacción no es necesariamente algo malo, pero cuando se vuelve la norma dejamos de ejercer nuestra libertad. Dejamos en manos del destino cosas que son nuestra responsabilidad.

Sin vela ni remo, el bote solo va hacia donde lo lleva la corriente. La corriente no siempre lleva a buen puerto.

Nadie elige las cartas que le tocan, pero siempre decidimos cómo jugarlas y cuándo abandonar.

Si tenés una vida que vivir vivila ahora, no la dejes para mañana.

El mantra definitivo

Estoy vivo.

Fuego

Se ve, se siente, se oye y se huele.

Pero solo conoce el fuego quien se ha quemado la mano.

El beso de la vida

«Mira al cielo
es el color del amor».

Una cabaña en el bosque

Me encanta la idea de vivir en una cabaña en el medio del bosque. Llevar una vida simple, lenta. No tener nada que hacer. Empezar el día en paz escuchando los pajaros, respirar ese aire limpio. Desayunar afuera mientras escribo en mi diario. Salir a caminar. Poner el escritorio enfrente a una ventana. Escribir mirando la lluvia. Dormir una siesta escuchando la lluvia. Pasarme horas leyendo en silencio. No tener televisión. Tomar un café mirando el fuego de la estufa. Escuchar jazz. Tener un perro o un gato. Tener una camioneta vieja. Dedicar los fines de semana a arreglar lo que se rompe. Cortar mi propia leña, fabricar mis propios muebles. Usar las manos, dejar de pensar. Cocinar sin apuro. Invitarte a cenar.

Hace un tiempo que tengo esta fantasía en la cabeza. Veo que me voy acercando de a poco. La cabaña no es tan importante. Es importante escuchar, prestar atención. Circular libremente entre la realidad y la ficción. Aprender a hablar el lenguaje de los sueños.

Por qué escribo
  • Escribo porque es difícil.
  • Escribo porque me gusta el sonido y la sensación de las teclas. Es un trabajo manual. El texto es como una escultura.
  • Escribo porque en algún momento se me metió la idea en la cabeza. Me sentí identificado, vi una oportunidad. Es mi primera búsqueda artística personal.
  • Escribo para aprender a pensar.
  • Escribo para entender quién soy.
  • Quiero decir algo. Escribo para descubrir que quiero decir. Quiero llegar, motivar, compartir, inspirar, mover, impulsar.
  • Me gusta escribir y lo odio al mismo tiempo. Me da curiosidad esa contradicción. Vuelvo por curiosidad. Escribir es un flirting, un tire y afloje. No tengo ni idea hasta que tengo todas las ideas, enseguida después de publicar.
  • Soy parte del club. Converso con Dalí, con Platón, con Prometeo, con Miguel Ángel.
  • Escribo porque necesito crear, necesito dejar salir algo de todo lo que consumo. No hay ningún objeto en el universo tan egoísta como para tomar todo lo que recibe y no dar nada a cambio. Hasta los agujeros negros emiten radiación.
  • Escribo porque soy introvertido.
  • Escribir me enseña a relajarme, a soltar, a respirar el presente, a tener paciencia, a conectar con el universo.
  • Escribir es gratis. Cualquiera puede hacerlo, pero no cualquiera lo hace.
  • Escribo porque me gusta leer. Porque escribir es una cárcel, pero leer es ser libre.
Ruido blanco

Vivir es aprender a ser quienes somos.

Cometemos el error de adaptarnos a cada truco nuevo que descubrimos, cuando debería ser al revez. Solo porque algo funciona para otra persona no quiere decir que tenga que funcionar para nosotros.

Probá cosas nuevas. Diseñá tu vida a medida. Quedate con lo que resuene con tus valores fundamentales.

Apagá el ruido de la sociedad y escucharás la música de tu alma.

Una forma de resolver dudas

Derek Sivers:

«Si tienes dudas sobre algo que no está en tu vida, inténtalo. Las cosas son muy diferentes en la práctica y en la teoría. La única manera de saberlo es experimentarlo tú mismo… Si fue un error, al menos lo sabrás de primera mano, en lugar de estar siempre preguntándote.
Si tienes dudas sobre algo que ya está en tu vida, deshazte de ello. No sólo las cosas, esto se aplica a las identidades, los hábitos, los objetivos, las relaciones, la tecnología y cualquier otra cosa… Comienza con borrón y cuenta nueva. Si fue un error, lo recuperarás con entusiasmo renovado».

Editado para mayor claridad. Encontré esto en la newsletter de James Clear.

En la nada está todo

Este enero debe ser el más productivo que he tenido en los últimos cinco o diez años.

Me lo estoy tomando con calma, pero aun así no estoy conforme, no alcanza, no dejo de pensar en lo que quiero hacer y no estoy pudiendo, en quien quiero ser y todavía no soy. Quiero agregar un poquito más, aprovechar cada segundo de este verano que se va por la ventana.

Creo que ese es el problema. Ver la vida como una fuerza imparable. Hay una incomodidad constante, una molestia, una especie de pánico existencial.

¿Qué busco, qué quiero alcanzar? ¿Lo reconocería si lo tuviera? ¿Se puede tener?

Cuando me detengo y hago silencio llego a escuchar la verdad.

Soy el que soy. No importa lo que haga o deje de hacer.

En la nada está todo.