Ayer salí a caminar, y llegué hasta el final.
En el borde del océano, sentado en el cordón, me acordé de mí y lloré, y escribí una canción.
La lágrima que solté hizo temblar todo el mar, vino la ballena a acompañarme, a cantarme, y a llorar.
Y a la sombra de un olivo me preguntó por mis amigos, le hablé de mi pasado, y de mis tantos descuidos.
Le conté de la carta que te llevó la gaviota:
No me voy a hacer el sota, quiero tragarme tu sopa.
Te amo, te llamo y mi mano te dice lento…
vámonos hoy no hay más tiempo.
Vamos ahora a un lugar, donde mostrarte lo que siento.