Ofrenda

Vuelvo agotado. Por la ventana miro cómo se va la semana con el último sol del viernes. Arrastrándome, subo a la silla del escritorio y empiezo a armar las pocas palabras que aparecen:

Soy un cuerpo errante, vacío, sin alma. Una mente atrapada en un aparato manejado por control remoto. Una mano que no escribió, ojos que quieren verla.

Cae la noche, me entrego a la luna.

Este vacío se llena cuando ella y yo somos una.