Te perdono, hiciste lo mejor que pudiste.
Te agradezco, sin vos hoy no sería quien soy.

Te perdono, hiciste lo mejor que pudiste.
Te agradezco, sin vos hoy no sería quien soy.

Estoy enfrentando desafíos internos importantes; cambio de profesión, cambio de creencias, superando inseguridades y traumas, construyendo nuevas relaciones, fijando nuevos objetivos, renovando el aire, empezando otra vida.
Esto hace que a veces me pierda un poco, me olvide quien soy, y actúe en contra de mi valores, mi ética y mi principio rector.
Me vi intentando mostrar algo que no es, siendo alguien que no soy, dejándome a un lado por miedo al rechazo, o por miedo a perder algo que nunca tuve. Es como si de repente me olvidara que la vida que tengo y la persona que soy también es producto de decisiones que he tomado, decisiones conscientes y muy bien consideradas, pensadas a largo plazo, alineadas con mi plan de vida.
La solución siempre fue reconectar conmigo mismo, volver a mi centro, recuperar la seguridad de adentro hacia afuera.
Si no tengo claro quien soy y no estoy seguro de lo que valgo como persona, no hay título, cargo, apartamento, auto, fama, estatus, oro ni plata que puedan hacerme sentir en paz conmigo mismo, confiado, y listo para resolver cualquier acertijo que la vida me proponga.
La única fuente inagotable de paz y seguridad que tengo es todo eso que he logrado viviendo, enfrentando miedos y trabajando mis emociones. Todo eso que ya no puedo perder y que no se puede comprar en el supermercado; mis valores, mis virtudes, mis cualidades, las decisiones que tomo, las historias que me cuento, el amor que me tengo, el respeto que merezco.
Ser yo, es la única actitud que necesito.
Dicen que Nietzsche dijo «No soy un hombre, soy un campo de batalla».
Qué pasaría si en vez de ser un campo de batalla fuera un batallón avanzando hacia un mismo objetivo, y en vez de pelearme conmigo mismo entendiera que cada personalidad tiene algo que aportar, y que la integración completa de mis partes es lo más cercano a mi verdadera identidad.
Celebro todas mis personalidades:
Leandro el sabio, el humilde, el desapegado
Leandro el introvertido, el solitario, el calmo, el introspectivo
Leandro el artista, el creador, el emocional, el sensible
Leandro el estratega, el analista, el pensador, el ordenado
Leandro el joven, el libre, el espontáneo, el divertido, el carismático
Leandro el fuerte, el confiado, el perseverante, el disciplinado, el trabajador
Leandro el derrotado, el inseguro, el que duda, el que teme
Leandro el amante, el amigo, el compañero, el cariñoso, el que vive, el que da
Leandro el aprendiz, el curioso, el inagotable
Leandro el coach, el centrado, el inalterable
Leandro el humano, el imperfecto, el que es, el que existe, el milagro
Soy esclavo de mi propia aventura. No es mi trabajo, no es la ciudad, no es una mujer. Soy yo y mis decisiones, soy yo y lo que hago con lo que me pasa. Me distraigo, me voy por las ramas, empiezo una cosa, sigo con otra, quiero hacer todo, no quiero hacer nada, necesito descansar, necesito avanzar. ¿Avanzar hacia donde, hacia la muerte? Ahora estoy vivo, debería ser suficiente.
—Pienso en ella. Pienso en mi propósito y en mi vida, me pregunto a donde voy, será que me ablandé demasiado, será que por soltar tanto ahora se me está yendo de las manos.
—¿No es eso lo que querías? Ser más espontáneo, soltar la necesidad de control, dejarte llevar, fluir, permitir que la vida te sorprenda…
—Me sorprendió, nada de esto me lo esperaba.
—Claro, es incómodo no saber qué va a pasar, tirarse al agua, saltar al abismo. Ahora realmente te toca aprender a vivir, ser uno con la vida y salir de esa posición egocentrista. La vida te muestra lo que te tiene que mostrar, estés preparado para verlo o no.
—Sí, ya lo sé. Parece joda que me esté quejando de esto, justo yo que creía ser el rey del cambio.
—No sos ningún rey, pero podés decidir en dónde poner la atención. El dolor es parte del juego, pero el cambio es tu decisión. ¿Quién querés ser? ¿Qué ejemplo querés dar?
—Creo que en este momento lo mejor que puedo hacer es reconocer que no tengo ni idea quien soy, y que quizá ese sea un buen punto de partida.
—No pierdas tiempo definiéndote. Agitaste el mar, ahora aprendé a surfear las olas.
Arte es el oficio de reciclar emociones.
Todo lo bueno que me pasa no es algo que tenga que cuidar como un tesoro que puedo perder en cualquier momento, es algo que tengo que vivir a pleno y disfrutarlo, porque viviéndolo es que aprendo a permitir que siga pasando.
La felicidad y la abundancia también son cuestiones de costumbre, cuestión de qué tan cómodo me siento siendo feliz y que tan dispuesto estoy a aceptarlo, aceptar que sí lo merezco.
La felicidad es un hábito, una serie de decisiones. Es un estado, que puede ser tan permanente como estemos dispuestos a tolerar.
Me cansé de pensar solo en éxito y productividad, como si tuviera que lograr algo para demostrarle a nadie lo que valgo como persona. Me cansé de intentar ser alguien que no quiero ser. Para qué sentarme en el escritorio todo el día fingiendo que hago algo importante cuándo lo único que estoy haciendo es perder el tiempo, trabajando ineficientemente y encontrando mil excusas para evadir la verdad; disfrutar la vida no es tan caro como nos contaron.
Hoy no me voy a mentir, hoy no voy a perseguir un sueño que no es mio. Hoy agarro la bicicleta y me voy a la rambla. Hoy revolución es ser feliz.
Estoy hasta las manos, hasta el cuello, hasta las manijas de la puerta, como el 522 un martes a las dieciocho treinta.
Me volaste la cabeza, el pecho, el alma. Se me desvanece el ego cuando juntamos las palmas.
Me matás desde adentro pero vuelvo a revivir. Me noqueaste de una mirada y ni siquiera te vi venir.
Despeiname, escupime, pegame, quiero sentir que estás acá y que no te vas a ningún lado.
Ya estoy pasado. Vos estás zarpada.
Tengo dragones en la panza y se están cagando a trompadas.
No voy a reforzar ninguna creencia que vaya en contra de mi autoestima y mi autovaloración.
Expresarme sinceramente es resultado de un profundo sentimiento de aceptación.
Acepto quien soy. Acepto el mundo en el que vivo y a las personas que me rodean. Reconozco que no hay nadie mejor que nadie. No puedo ser peor, solamente diferente.
La belleza está en los ojos de quien mira. La autenticidad está en las manos de quien obra desde el corazón.
Lo que en realidad ven los demás, es como nos tratamos a nosotros mismos.
¿A quién le voy a regalar algo fresco? ¿Cómo voy a dar algo que no tengo? ¿A quién voy a amar si no sé lo que es el amor verdadero?
Ayer se cumplió un año desde el lanzamiento de mi newsletter. El mes que viene el blog cumple dos años, ya está aprendiendo a hablar y a caminar.
No siempre estoy motivado, no siempre logro decir las cosas como las pienso y casi nunca se que va a pasar, pero no falté un solo viernes y ese es el logro que festejo hoy; la consistencia, la dedicación, la paciencia, la confianza en el proceso, el compromiso contigo y conmigo mismo.
Sí puedo compartir algo que aprendí publicando todas las semanas sin falta durante un año, es que ninguna publicación es más importante que el blog, ninguna parte es más que el todo, lo importante es seguir adelante, mañana será otro día, para bien o para mal. Lo que no pude hacer hoy quedará para mañana. Lo que logré ayer ya pasó, hoy es otro día y hay que volver a empezar.
Gracias por leer.
Leandro
P.D. Si estás disfrutando el blog y querés apoyar aún más este proyecto podés compartirlo con una amiga o amigo que le interesen estos temas.