Un sueño que tuve anoche

Era día de elecciones presidenciales y yo estaba en casa con unos amigos, en un momento me fui a dormir una siesta. Cuando desperté, mis amigos ya no estaban y el horario de votación ya había pasado, me sentí muy mal, era la primera vez en mi vida que faltaba a esa obligación.

Los sueños son historias ficcionadas contadas por el subconsciente. Es una forma que tiene la mente de decirnos amablemente cosas que quizá no estamos queriendo escuchar.

No hace falta ser ningún experto para entender cuál es el mensaje detrás de ese sueño que tuve; siento que estoy faltando a mi deber, y que no estoy ejerciendo mi voto.

¿Pero qué deber?

Bueno, hay varios candidatos. En primer lugar, empecé el año con objetivos muy específicos y, aunque esto no lo escribí oficialmente con mis objetivos, en el fondo, esperaba cumplir dos o tres antes de mitad de año, solo para sentir que estoy avanzando y que aproveché bien el tiempo. Por otro lado, ya hablé en otra publicación de la sensación de no estar dedicándole al blog lo mismo que le dedicaba antes, como si estuviera dejándolo de lado. También tengo problemas para dormir que se agudizan cuando no tengo una rutina bien definida, siendo febrero el mes que menos importancia le doy a tener una rutina, es un mes muy tranquilo para mi, sin muchas obligaciones, pero a la vez quiero aprovecharlo para adelantarme y prepararme para empezar mejor el año. Suelo decirme que no es un problema grave. Como no tengo horarios estrictos, cada vez voy a dormir más tarde, porque al menos que esté muy cansado, es más divertido seguir haciendo cosas que irme a dormir. Dormir más tarde significa levantarme cada vez más tarde, al punto de llegar a vivir de noche y dormir de día. En un momento digo basta y me vuelvo a acomodar, pero mientras tanto, no es un estilo de vida que me haga muy feliz ni que considere particularmente sano, es uno de mis grandes pendientes por resolver. Por último, en mi lista de deberes no cumplidos, prácticamente desde que empecé a trabajar a los 18 años, siempre tengo algún proyecto por fuera de mi trabajo ocupándome la cabeza. Al principio fue terminar secundaría y estudiar para tener una profesión, después fue descubrir cual es mi verdadera vocación, ahora es cambiar de profesión, en fin. Siempre hay algún lugar nuevo al que llegar, y para eso tengo que trabajar y esforzarme, porque si yo no lo hago nadie lo va a hacer por mi y nunca voy a llegar, o por lo menos eso me digo.

El deber, como todo lo humano, es completamente relativo. No hay deberes absolutos. Ni siquiera comer, ni dormir, ni ir a trabajar son deberes universales que compartimos todas las personas. Lo que deberíamos hacer, son simplemente normas que nos imponemos, basadas en nuestros valores, nuestros deseos, nuestros miedos. En esencia, los “deberías” son reglas autoimpuestas que cumplen la función de recordarnos que algo es importante para nosotros.

El tema es olvidarnos que somos nosotros los que marcamos las reglas, y que las reglas pueden cambiar en cualquier momento, no hay ningún lugar en donde esté escrito lo que deberíamos y no deberíamos hacer con nuestras vidas.

El problema son los extremos. Las reglas que cada uno asume, son una forma de mantenernos por el camino que queremos recorrer. Sin deberes no podríamos sostener el esfuerzo que necesitan los objetivos a largo plazo. Pero los deberes no tienen por qué ser una carga, ni reescribir las reglas es siempre la solución.

Punto de inflexión

No hay cantidad de dinero, planificación, información ni recursos que puedan hacerme sentir preparado para lo que no quiero hacer.

Llega un punto en la espiral de excusas, lamentos, culpa, miedos, procrastinación y sufrimiento, en el que dejo de escuchar la voz de la víctima y empiezo a transformar la resistencia en acción y movimiento.

Cuando la acción tiene pulsión de vida y está alineada con un propósito claro, las cosas empiezan a mejorar, y empieza a salir a la luz la persona que en el fondo siempre fui, empiezo a ver de lo que soy capaz y de lo que me estuve privando todo este tiempo.

Soy yo el que sostiene las barreras que no me dejan avanzar. Para crear hay que tener las manos libres, y para eso hay que soltar.

Vivir no es un plan ni un resultado, es una decisión.

El trabajo más difícil

Me está costando expresarme, o no estoy queriendo, no lo tengo claro. Últimamente he estado sintiendo que ya no tengo nada más que decir ni nada más que aportar.

A veces parece que escribir este blog es apretar un limón para exprimir el jugo con el que hago la limonada. Yo soy el limon, el jugo son mis emociones y la limonada es “el producto”, estas publicaciones.

No me estoy quejando, odio quejarme. La queja es la versión adulta del llanto que largábamos de niños cuando las cosas no eran como nosotros queríamos, es esperar que venga alguien a solucionarnos el problema.

La intención de hacer público este diario es compartir mi proceso de desarrollo personal. Quiero ser transparente y mostrar que hay un camino para llegar a cualquier resultado, y que ese camino no siempre es un paseo por la pradera.

El desarrollo personal es un trabajo emocional, el trabajo más difícil del mundo. Si cambiar fuera tán fácil no habría tantas personas intentando cambiar el mundo.

¿Alguna vez sentiste que nada de lo que hacés tiene mucho sentido?

Yo sí, me pasa de vez en cuando. No soy de piedra, no voy a hacerme el Mr. Motivación. Sincerarme conmigo mismo es la única forma de empezar a resolver cualquier conflicto interno. Sigo avanzando, pero no puedo avanzar si ni siquiera sé dónde estoy, eso es lo que suelo hacer en estas épocas del año, ver donde estoy y hacia donde quiero ir.

La próxima vez que te sientas desanimado perdonate, pero acordate que nunca vas a estar listo para lo que vale la pena, nunca vas a tener la vida resuelta y nunca vas a saber cuanto tiempo te queda de vida.

Así que hacé lo que puedas pero viví, nunca dejes de vivir.

Todo al mismo tiempo

Quiero mudarme a un apartamento más lindo y tenerlo impecable, comprarme un auto que me guste y que pueda mantener, leer un libro por semana, hacer ejercicio todos los días, salir a cenar con amigxs una o dos veces por semana y visitar seguido a mi familia, escaparme de Montevideo de vez en cuando, conocer un país nuevo todos los años, seguir construyendo este blog, ser un gran escritor, ser un gran coach, vivir en paz, ganar más de lo que gasto, tener tiempo para no hacer nada.

Todo no se puede.

Por lo menos no se puede todo al mismo tiempo, con suerte pueda lograrlo este año, o en los próximos cinco años, o en los próximos diez años.

Entender que no se puede todo me invita a decidir quién quiero ser, es en la elección que se manifiesta la autenticidad.

¿Qué quiero hacer con el tiempo que me queda?

¿Qué tan feliz me hace cada cosa en relación al esfuerzo que me cuesta obtenerla?

Hay cosas que me gustaría tener y hay cosas sin las que no quiero vivir.

No se trata de aprovechar cada segundo como si fuera una máquina más en una fábrica, se trata de entender que no todo es importante.

La aceptación de mis límites me libera de la obligación de tener que alcanzar algo inalcanzable.

Aceptando mis límites es que me permito vivir una experiencia verdaderamente humana.

Los 5 libros que leí en 2024

Repasar esta lista me renueva las ganas de mantener este hábito que tan bien me hace.

Este año no voy a fijar un objetivo específico pero sí me comprometo a tener siempre un buen libro a mano. Quiero leer más, quiero siempre estar leyendo algo. Me inspira, me motiva, me recarga, es una forma de reconectarme conmigo mismo. Hacerme tiempo para leer es hacerme tiempo para mí y dedicarle menos tiempo a cosas que no son tan importantes.

Esto es lo que leí en 2024:

  1. Writing Down The Bones de Natalie Goldberg
  2. El arte de dar y recibir, Séneca
  3. El Kybalión, Tres Iniciados
  4. Dieter Rams: As Little Design as Possible
  5. Meditaciones de Marco Aurelio
Andar liviano

Disfruto mucho más cuando ando liviano, sin muchas cargas ni preocupaciones, solo planes, solo cosas que hacer, solo juegos.

La vida me va llevando pero yo también le propongo. A veces me pongo muy necio y me recuerda que no todo es como yo quiero, entonces dejo lo que estoy haciendo y la escucho, siempre tiene algo bueno que decirme.

Por el río de la vida

La vida fluye como un río por el camino de menor resistencia.

Cuando ordeno mis prioridades todo empieza a caer en su lugar.

Atraigo lo que estoy siendo, sostengo lo que realmente soy.

Lo que soy siempre va conmigo, no necesito perseguirlo.

Juego de rol

La identidad es el personaje que adoptamos en el juego de la vida.

¿Cómo quiero jugar?

Puedo ser una víctima de las circunstancias o puedo ser el protagonista de mi vida y decidir quien ser, que hacer y como responder a cada situación.

La dificultad puede ser síntoma de progreso. Voy subiendo la vara, voy aprendiendo lo que necesito saber para pasar al próximo nivel, voy viendo los desafíos que estoy en condiciones de afrontar.

Una vida plena es un objetivo a largo plazo y un compromiso diario. Las decisiones de hoy definen la realidad de mañana.

Aprender duele, no aprender duele más.

¿Qué es ser feliz?
  1. Tener un propósito. Entender los principios para escribir mis propias reglas. Tener rumbo pero sin expectativas.
  2. Estar al aire libre.
  3. Mover el cuerpo, la mente y el alma.
  4. Dar todo lo que tengo, no guardarme nada, entregarme, ser generoso, porque el tiempo es limitado y el amor es infinito.
  5. Poner lofi de fondo y leer filosofía tomando un café.
  6. Pasar tiempo con la gente que quiero.
  7. Seguir escribiendo un blog en pleno siglo XXI.
  8. Que el plan B sea casi mejor que el plan A.
  9. Estar en paz conmigo mismo. Aceptarme como soy, aceptar a los demás.
  10. Aprender a perdonarme.
  11. Tener un sistema de audio para sentarme a escuchar música.
  12. Poder escribir a mano, poder caminar, poder andar en bicicleta.
  13. Seguir adelante, no quedarme en el pasado, no vivir en el futuro.
  14. No tener apuro, no tener estrés. Seguir esquivando el drama como un ninja.
  15. No estar esperando por nada ni nadie.
  16. Ser sincero en el sentido más amplio de la palabra. Ser transparente, no porque sea mejor, sino porque no sé ser de otra manera.
  17. Mantener viva la llama y entibiar otros corazones.
  18. Elegir siempre el camino de la maestría emocional.
  19. Explorar, buscar, experimentar. Dejarme sorprender, soltar, saltar. Perderme de vez en cuando.
  20. Volver a enamorarme de Soledad.
  21. Esforzarme cada día por ser la mejor persona que pueda ser.
  22. Mantener mis rituales, cuidar mi santuario.
  23. Dejar de perseguir la felicidad. Dejar de perseguir…
Fin de la negación

No puedo negar lo que es, solo puedo aceptarlo o padecerlo.

Solo desde la aceptación es que puedo ver las cosas con claridad y entender cuál es el cambio necesario.

Hay solo dos formas de mejorar cualquier situación; o cambio el sistema externo, o sea la realidad que me rodea, o cambio mi sistema interno, las expectativas, los juicios, como veo los desafíos, mi modelo de mundo.

No soy omnipotente, mi influencia tiene un límite. Lamentablemente, hay veces que no alcanza con dar lo mejor. No todo se resuelve con optimismo y buenas intenciones, no todo depende de mi. Llego hasta donde puedo, hasta donde alcanzo con la mano, hasta donde termina mi paz.

Aprenderé lo que tenga que aprender.

No creé el mundo, pero creo mi realidad.