99% de las veces ya sé cual es el problema y cual es la solución.
Dejo de negar, dejo de buscar donde no es. El problema es ese, el que menos quiero enfrentar. Esa molestia que no me deja dormir y no me deja levantarme.
El problema no es técnico; es emocional, personal, interno.
Si quiero A tengo que resolver B para superar C.
Hay tres opciones:
Abandonar
Poner pausa
Aceptar el recorrido
El oro no es una cruz en el mapa, es la experiencia y el entrenamiento emocional.
Es inevitable. Un proceso de selección natural. Un lenguaje propio. Lo que quiero decir, como yo quiero decirlo. Lo que hago cuando me permito ser quien soy. Mis obsesiones y todo eso que no puedo dejar de hacer aunque lo intente. Mis técnicas, atajos, defectos y virtudes. Lo que me gusta, sumado a lo que funciona, dentro de los límites de mis posibilidades.
Este proyecto es mi propósito, es lo que le da sentido a mi vida. Y aunque tengo más preguntas que respuestas, estoy en un lugar en donde puedo canalizar esta necesidad de construir, y de hacer algo útil con el tiempo que me dieron.
Más que una meta es un camino, un camino que se ilumina enfrentando el miedo a la oscuridad.
En mis manos está la capacidad de crear algo que todavía no existe. La acción es todo lo que tengo y lo único que necesito.
Este blog es una hermosa metáfora para mi vida. Entendí que si puedo hacer esto puedo hacer cualquier cosa. Solo tengo que decidir en qué invertir mi energía y dónde poner mi atención. Siempre hay una forma, hay que encontrarla, hay que estar dispuesto a ensuciarse el ego y renunciar al rol de víctima.
Confío en la marea, en la luna y en las estaciones. Empiezo a creer que la verdad aparece cuando sigo mis impulsos creativos, hasta el final, hasta donde me lleven.
Mi pasión no es un privilegio, es un compromiso, es lo único que puedo sostener.
Acepto el llamado. Elijo un rumbo y una actitud. Emprendo el viaje.
Conocí a Coletto trabajando en una de sus obras de teatro. Antes de empezar la función hablábamos de arte, de espiritualidad, de la vida…
Hablando de libros me contó:
«Un día estaba en la casa de una noviecita que yo tenía. Ella se fue a bañar y yo me senté en el sofá a esperarla. Tenía un embole bárbaro. Arriba de la mesa ratona había un librito. Empecé a leerlo. Me atrapó y me gustó tanto que no pude parar hasta terminarlo. Ese fue el primer libro que leí en mi vida, así surgió mi amor por la literatura. Tanto, que leí todos los libros del autor y hasta viajé a Praga a conocer la casa en la que vivió. Ese escritor era Franz Kafka y el librito se llama La metamorfosis.»
Le conté que yo también escribo y le pedí consejos. Me dió dos:
Leé mucho.
Cuando te llegue la musa dale y no pares hasta que termines. No comas, no duermas, nada, seguí escribiendo.
La próxima vez que lo vea le voy a llevar textos míos.
El éxito es cuestión de tiempo, si tomo la decisión definitiva de seguir hasta el final y aprendo lo que cada error tiene para enseñarme.
No renunciar.
Aprender de los errores.
Me encanta el misterio y complicarme la existencia preguntándome si voy por el camino correcto, si estoy haciendo el mejor uso de mis capacidades, o si es todo una fantasía inventada para evadir la realidad: estoy destinado al fracaso y no hay nada que pueda hacer para evitarlo, será mejor conseguir un trabajo normal y aceptar mi destino.
Solo hay una forma de averiguarlo, solo hay una forma de lograr éxito, haciendo. Haciendo o dejando de hacer.
El éxito necesita tiempo y dedicación. El principal enemigo de la acción es el miedo. Las excusas abundan. El talento y la suerte ayudan, pero el trabajo determina.
Un día, antes de aprender a hablar y mucho antes de saber quienes somos, dejamos la mano pintada en la pared de una cueva, y descubrimos la necesidad de expresarnos. Desde entonces hemos buscado lo nuevo, el terreno inexplorado, hacia lo desconocido en contra del sentido común, guiados por la intuición y la curiosidad. Es lo que nos mueve, esa búsqueda sin fin.
Soy artista, pienso y vivo como artista. Veo proyectos. Veo lo que podría ser y todavía no es. Veo el potencial en las personas. Creo en una belleza omnipresente.
Este camino artístico, introspectivo, creativo, me ha mostrado más sobre mí que cualquier otra cosa que haya vivido. Para hacer arte hay que conocerse y aceptarse, y para eso hay que enfrentarse a uno mismo, una y otra vez, entre dudas e incertidumbre, entre defectos y virtudes.
El arte es una práctica de autoconocimiento, es un trabajo constante. Porque no importa cuanto haya hecho, siempre se puede dar un poco más. Es un juego mental, emocional, personal, solitario, pero liberador.
Hacer arte es una decisión. Es poner las prioridades en la balanza y tener el coraje de mostrarme como soy.
La vida es un arte y sin arte no es vivir.
P.D. Ahora podés empezar tu proceso de coaching conmigo. Diseñado para activar, desarrollar y aplicar tu potencial creativo.